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La política energética de la UE tiene como objetivo reducir la dependencia externa de proveedores específicos, especialmente Rusia, mediante la diversificación de sus recursos energéticos, proveedores y rutas. El principio de solidaridad energética aboga por la protección de los Estados miembros de la UE donde la seguridad energética corre mayores riesgos. En los países de Europa del Este, por ejemplo, la industria del gas natural es manejada en gran parte por la empresa rusa Gazprom. Por lo tanto, la diplomacia y la política entre la UE y Rusia son cuestiones adyacentes. Asegurar los suministros de gas, especialmente durante el invierno, es un asunto delicado para la UE.

El primer desafío de la UE frente a la política energética es lograr hablar realmente con una sola voz. Las instituciones de la UE no pueden dictar las decisiones sobre la matriz energética o la infraestructura energética a los Estados Miembros, pero al mismo tiempo la coordinación de las políticas energéticas es un objetivo fijado por la Comisión Europea. El proyecto Nord Stream 2 entre Alemania y Rusia, por ejemplo, es visto por la UE como un paso atrás en la seguridad energética al aumentar la participación de Gazprom en el mercado europeo del gas. El 8 de diciembre de 2016, el Parlamento Europeo y el Consejo acordaron evaluar en la Comisión los acuerdos intergubernamentales en el ámbito del gas y el petróleo antes de su firma. Sin embargo, el acuerdo podría eventualmente ser derogado por violar la soberanía nacional de los Estados Miembros.

El segundo desafío es hacer cumplir las normas antimonopolio en un mercado de energía en constante crecimiento. La financiación pública no es suficiente para cubrir las inversiones necesarias para garantizar la seguridad energética (200.000 millones de euros hasta 2020). Por lo tanto, la participación intensiva del capital privado es crucial, pero conlleva el riesgo de que se establezcan monopolios horizontales o verticales, o que se fortalezcan posiciones dominantes ya existentes.

El tercer desafío es asegurar la inversión en energías renovables para la transición a una economía baja en carbono. Las metas de participación de las energías renovables en el mercado de energía europeo fijadas por la UE y sus Estados Miembros son apuestas muy altas. Sin embargo, existen preocupaciones sobre los costes y el impacto en el funcionamiento de los mercados internos. Las instituciones financieras privadas no vislumbran necesariamente retornos económicos al compás de su negocio. La presión financiera, aparentemente, estará principalmente en las instituciones públicas de financiación de la UE.


Three challenges for the European Union’s energy policy

The energy policy of the EU aims to reduce external dependency on specific suppliers, mostly Russia, by diversifying its energy resources, suppliers and routes. The principle of energy solidarity advocates for the protection of the EU Member States with the highest risks to their energy security. In the countries of Eastern Europe, for instance, the natural gas energy assets are largely owned by the Russian company Gazprom. Politics, diplomacy and energy policy between the EU and Russia are, therefore, adjacent issues. Securing gas supplies, especially during winter, is a delicate issue for the EU. 

The first challenge of the EU face to the energy policy is to actually speak with a single voice. The EU institutions cannot dictate the choices over energy mix or energy infrastructure to the Member States, whilst the coordination of energy policies is the axis of the Commission. The Nord Stream 2 project between Germany and Russia, for example, is seen by the EU as a step back in energy security by growing the share of Gazprom in the European gas market. On the 8th of December 2016 the European Parliament and the Council agreed to assess at the Commission the Intergovernmental Agreements in the field of gas and oil before they are signed. However, the agreement could eventually be repealed for violating national sovereignty.

The second challenge is to enforce the antitrust rules in a constantly growing energy market. Public funding is not enough to cover the investments needed to ensure energy security (€200 billion investment up to 2020). Substantial private investment is therefore crucial, but entails the risk that horizontal or vertical monopolies are established, or the strengthening of the existing dominant positions.

The third challenge is to ensure investment in renewable energies for the transition to a low carbon economy. The targets of renewable energy shares in the energy market are high stakes of the EU. However, there are concerns about the costs and impact on the functioning of the internal markets. The private funding institutions do not necessarily envisage economic returns at the pace they expect. The financial pressure, seemingly, will be mostly on the public EU funding institutions.


Para mayor información contacte a: 

Augusto Hernández Vidal 

augustohv@estudiolegalhernandez.com

Monday, February 06, 2017

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